(puede ser verificada en el Diario de Sesiones de la fecha)
Señor Presidente (Pierri): En consideración al Proyecto de Resolución por el que se solicita al Poder Ejecutivo que suspenda por el término de 120 días la aplicación de los Decretos 666/89, 44/90,45/90,46/90 y 47/90 sobre el llamado “Plan de racionalización operativa y administrativa de Ferrocarriles argentinos” (Expte. 3660-D-89).
Tiene la palabra al señor Diputado por Buenos Aires.
Señor Lorenzo Pepe: Señor Presidente, solicito que en esta Sesión también sea considerado un Proyecto de Declaración de mi autoría que ingresó a la H. Cámara el 21 de febrero del corriente año y que lleva el Nº 3774.
La iniciativa tiene dictamen favorable de la Comisión de Transportes del día 22 de febrero y específicamente trata el tema del Corredor Ferroviario Rosario-Bahía Blanca.
Señor Presidente (Pierri): Si hay asentimiento de la H. Cámara, se incorporara la consideración del Proyecto de Declaración al temario de la presente Sesión.
Asentimiento.
Señor Presidente: tiene la palabra el señor Diputado Lorenzo Pepe.
Señor Pepe: Señor Presidente, en los últimos años la sociedad argentina fue invadida por un mensaje interesado, diría malévolo. Algunos comunicadores sociales le han vendido a la sociedad argentina que el Estado Nacional es ineficiente e inservible. Sin duda, esta actividad intencionada caló profundamente en vastos sectores de la opinión nacional.
Permítame la Cámara hacer una reflexión que me da la experiencia y haber vivido las décadas del 40 y del 50, en las que el Estado Nacional Argentino tuvo un rol preponderante en el desarrollo político, social y económico. En aquel entonces, el Estado Nacional, tomando la vanguardia en las decisiones, permitió que amplísimos sectores laborales se sindicalizaran, que millones de argentinos accedieran al acto justo de la previsión social y que tantos otros pudieran llegar a poseer una vivienda propia por medio de los planes estatales. Ese Estado promovió la exportación de los productos argentinos posibilitando el incremento de las fuentes de trabajo y la producción.
En ese entonces el Estado no era inservible porque el Gobierno tenía la vocación política de hacerlo grande, eficiente y funcional para servir al pueblo. Lamentablemente, ese Estado fue “pinchado”, “desinflado” y “desplumado” luego del golpe militar de 1955. Esa operación se realizó de a poco “para que no gritara”, como a la gallina. Fue así que se llevó al Estado Nacional a una situación de indefensión, de enormes contradicciones, casi al borde del colapso. A consecuencia de ello, hoy existen áreas que están en condiciones límites, como por ejemplo, la de comunicaciones, la energética o la de los Ferrocarriles
En este punto cabe formular algunas preguntas: ¿Fue el Estado el responsable de este proceso? ¿Alguien puede creer que el Estado es ineficiente porque es Estado y que lo privado es eficiente porque es privado? No macaneemos más; no le vendamos a nuestra gente tamaña mentira.
Señor Pepe: El Estado puede ser –y en el pasado lo fue– eficiente y servicial si existe una política de inversión, algo que lamentablemente no hubo en los últimos treinta años.
El Estado fue miserablemente amordazado y liquidado. Muchos de los que hoy plantean la necesidad de las privatizaciones comieron de la mano del Estado durante mucho tiempo.
Señor Presidente, con honestidad política decimos que se debe respetar el marco de la legislación. Deseamos que la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Emergencia Económica funcione a pleno para conocer cómo se están elaborando los pliegos de condiciones de las privatizaciones en las diferentes áreas.
No hay un solo trabajador estatal que pretenda una Empresa ineficiente. Es mentira lo que algunos manifiestan con ligereza acerca de los trabajadores del Estado. Todos ellos –ya sea que pertenezcan a Ferrocarriles, a Aerolíneas, a ENTel o al sector energético– quieren que las Empresas sean eficientes pues saben que de este modo pueden lograr mejores salarios y más dignas condiciones de trabajo. Insisto, no macaneemos más a nuestro pueblo.
Señor Presidente, nosotros tenemos un compromiso que queremos enunciar con toda la voz: somos hombres y mujeres del actual oficialismo. Deseamos el éxito total de este gobierno, porque más allá o más acá de él está el juego de las Instituciones. Sin embargo, tenemos la obligación de ofrecer nuestras experiencias. Flaco favor haríamos a nuestro pueblo si no dijéramos que deseamos un Estado eficiente, puesto al servicio de la gente, con funcionarios que elaboren pliegos de condiciones transparentes.
Algunos hablan ligeramente de millones de trabajadores sobrantes en la actividad del Estado. Supongamos por un instante que por un acto mágico esta gente fuese despedida de sus respectivas tareas. Me pregunto: ¿A dónde irá este país sin crecimiento en los últimos 20 años? ¿En que lugar irán a dar sus huesos? ¿Dónde van a finalizar con sus familias y sus hijos?
Debe ser al revés: primero el crecimiento de las fuentes de trabajo y de la producción, después la redimensión del Estado. Estas son las prioridades.
Los trabajadores que están presentes hoy aquí, ubicados en las galerías, están practicando el más genuino de los actos democráticos, que es la directa participación. Alguna vez dijimos –hace mucho tiempo– que no nos debe asustar el “bochinche” de la Democracia. La gente tiene derecho a expresarse ¿A dónde va a ir si no es ante el Parlamento?
Se supone que aquí, con todo lo bueno y todo lo malo, estamos quienes somos sus representantes. Asumimos esta responsabilidad y hoy vamos a apoyar el Proyecto en consideración, pero voy a solicitar un breve cuarto intermedio a fin de que se elabore un despacho común.
Pido a los compañeros trabajadores aquí presentes que toleren la práctica legislativa. Eso nos llevará a votar por unanimidad un despacho en común. De otro modo, correríamos el riesgo de una votación diferenciada. Por ello solicito un cuarto intermedio de quince minutos en las bancas, para que se elabore un despacho único entre todos los sectores representados en esta Cámara.
(finalmente el Proyecto fue aprobado)
LORENZO PEPE
Diputado de la Nación (m.c.)
Secretario General