En 1930, un golpe militar puso fin al gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen y dio comienzo a una etapa de la vida argentina que se conoce como Década Infame. Fue una época caracterizada por el fraude electoral, la represión y la persecución a los opositores, la proscripción de los partidos políticos, la corrupción política y la sumisión de la economía al Reino Unido. Los distintos gobiernos que se sucedieron durante la década representaban a los terratenientes y a la burguesía porteña, asociada al capital extranjero. Su último gobernante fue Ramón Castillo, quien fue derrocado por la Revolución Nacionalista de 1943.
Un grupo de cuadros medios del Ejército, integrados en el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) comenzaron a reunirse bajo la iniciativa de los tenientes coroneles Miguel A. Montes y Urbano de la Vega, para frenar las aspiraciones presidenciales de Patrón Costas, candidato del presidente Ramón Castillo. La candidatura de este empresario azucarero significaba la continuidad de ese gobierno conservador, fraudulento y entreguista, tan alejado de los intereses del pueblo argentino.
Una vez depuesto Ramón Castillo, pretendió asumir el gobierno el general Rawson, que traicionó la iniciativa del GOU, negociando la composición de su gabinete con la oligarquía que había apoyado al antiguo régimen. Por la presión ejercida por el resto de los integrantes del GOU, debió dejarle su lugar al general Pedro Pablo Ramírez, que era el elegido para ocupar la Presidencia por los militares revolucionarios.
De las listas del GOU sobresale un oficial del Estado Mayor General, el coronel Juan Domingo Perón, autor de la proclama revolucionaria, que pronto se destacará por su capacidad para llevar a la Argentina por el camino de un nacionalismo comprometido con el pueblo.
Uno de los objetivos fundamentales del GOU era establecer una alianza entre el Ejército y los trabajadores. Desde su cargo en el Departamento Nacional del Trabajo –luego traducido a Secretaría de Trabajo y Previsión-, el coronel Juan Domingo Perón organizará a los trabajadores en un movimiento sindical novedoso para que puedan discutir con el gobierno los intereses de la clase trabajadora, hasta entonces relegada. Su carrera política se ve impulsada por el apoyo de los trabajadores, que ven en el nuevo funcionario un verdadero compromiso, pues interviene en los conflictos entre las patronales y los sindicatos, promulga nuevas leyes sociales y crea nuevos gremios, logrando organizarlos de manera tal que se constituirán en “la columna vertebral” del movimiento justicialista, que en ese momento estaba naciendo.
Los militares responsables de la revolución de 1943 tuvieron una serie de desencuentros y el general Ramírez fue depuesto, siendo nombrado el general Edelmiro Farrell, que designó a Juan Perón en los cargos de Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación, que se sumaron al cargo de Secretario de Trabajo y Previsión, que ya ostentaba.
Es conocida por todos la cantidad de enfrentamientos que hubo en el Ejército, que pretendía limitar el poder que el coronel Perón iba acumulando, provocando su detención en la isla Martín García y la posterior movilización de los trabajadores para liberarlo, aquel 17 de octubre de 1945, cuando se legitimó el nacimiento del peronismo.
La revolución del 4 de junio de 1943 terminó con la Década Infame y con su finalización, tres años más tarde, dio paso al gobierno democrático y popular del general Juan Domingo Perón, quien hizo felices a los argentinos durante una década, después de la cual, nuevamente, las fuerzas armadas derrocaron al gobierno constitucional, en septiembre de 1955.
Recordamos con emoción la jornada del 4 de junio de 1943 porque ésta traía en su seno al Hombre del Destino que cambió –para siempre- la historia de los argentinos.
LORENZO A. PEPE
Diputado de la Nación (m.c)
Secretario General
Ad-Honorem