Hago una reflexión

Ayer estuvimos durante casi toda la jornada en la ciudad de Marcos Paz a 200km de Bs As; nos recibió el compañero Intendente Ricardo Curutchet, con quien realizamos una entrevista interesante donde intercambiamos opiniones sobre el presente y el porvenir, coincidiendo en la necesidad de la unidad del Frente de Todos, para dar con éxito una batalla que nos permita seguir gobernando esta queridísima República Argentina.

Se me vino a la memoria, cosa que luego relaté frente a los compañeros que esperaban que hiciéramos la charla, en el salón de actos que el Municipio nos facilitó, un pasaje de mi propia vida. Y recordé nítidamente cómo siendo ya un muchacho de 17 años yo veía que la Comisión Ejecutiva de la querida seccional Alianza de la Unión Ferroviaria estaba íntegramente compuesta por hombres mayores de 50 años, algunos de ellos, más de 60. Armamos a través de una iniciativa que propuse a mis compañeros, jóvenes que militaban cercanos a mí, dábamos batalla para buscar un lugar que nos permitiera representar nuestros propios intereses por medio de la voz juvenil. Obviamente con las nuevas generaciones que éramos muchos, dentro del taller Alianza.

Yo soy técnico mecánico, y no me arrepiento de haber tomado por ese camino. Conocí a los mejores hombres y las bellísimas mujeres que trabajaban en el área administrativa, excelente compañeras y extraordinarios compañeros. Con ellos, a través y empujados por ellos, enfrenté a la vieja generación de dirigentes ferroviarios.

Pero hete aquí que en una oportunidad, en el momento del descanso, que era muy breve pero había un momento de relax en el medio de la jornada del trabajo, Don Máximo Chávez, que era el Presidente de la Comisión Ejecutiva, me llamó chistándome. Estaba con mi grupito de amigos y compañeros que militaban fuertemente al lado nuestro. – ¿Me llamó Don Máximo?, le pregunté. Sí. –Me dijo. Me acerqué y le di la mano respetuosamente. Sé que ustedes tienen interés de tomar los puestos de conducción que hoy ostentamos los hombres más grandes de este taller ferroviario. Le dije: Si, es cierto. Por supuesto, eso no le gustaba mucho a Don Máximo Chávez.

Estoy hablando para que me entiendan, de hace muchísimos años atrás. El Taller Alianza fue clausurado en la etapa del Macrismo, cerrado. Expulsado todo el personal, éramos más de 1300 personas. Y aún está ahí, muerto en vida, sin trabajadores, y sin servicio altamente calificado, que le prestaba al sistema ferroviario.

Volviendo a Don Máximo Chávez, inteligente el hombre, me dijo: -“bueno, si a vos te parece y querés formar parte de la Comisión Ejecutiva, por ahora hay lugar para uno”. Yo me quedé frío porque él sabía que nosotros éramos honestamente adversarios pero respetábamos mucho a nuestros mayores. -Le dije: déjeme que esto que me acaba de decir se lo comente a mis compañeros, que son los que me apoyan, los que me hacen pata. Y fui, desde donde estaba él con la Comisión Ejecutiva, y le digo a mis compañeros.

A Mario Foresi, era uno de ellos, muy amigo. Y le conté lo que me acababa de decir Don Máximo Chávez. Me ofrecía componer la Comisión Ejecutiva en la lista de ellos. Y al unísono, los 6 o 7 compañeros que estaban dijeron: “Agarremos viaje Lorenzo, porque vamos a tardar entre 15 y 20 años para llegar”. Y tenían razón, fui con la cabeza gacha. Y aceptamos. Fui yo el candidato. Y salí electo. Obviamente con ellos, que ganaron.

Estuvieron dos años en la Comisión Ejecutiva, en la famosa calle Bonifacini, donde aún está la seccional. El lugar donde 20 años después, Frondizi, el peor y más turro de los Presidentes Argentinos, ordenó la aplicación del Plan Conintes. Equivalía militarizar la actividad ferroviaria. Cosa que ocurrió, de ahí nos sacaron, en mi caso y el de Raviti, compañero del Alma, que ya ha partido. Lo extraño mucho.

Nos subieron a un camión militar y nos llevaron a la Escuela de Caballería en Campo de Mayo, seis meses y medio, detenidos. Pero habíamos logrado llegar a la Comisión Ejecutiva que durante dos años participé de todas las reuniones, donde nunca me dieron la palabra. Eran unos 16 miembros, hombres ya muy mayores, que discutían entre ellos y buscaban soluciones de las tantas que pedían nuestra gente. Y en busca de esa solución, pasábamos largas horas de discusión en las que no me daban intervención a mí.

Pasaron varios años, y un día Don Máximo Chávez, me dice: tenemos una sorpresa para la Comisión Ejecutiva, en su conjunto. “Hoy habla Lorenzo”. Se me vino de golpe a la cabeza la enorme cantidad de reclamos que los compañeros tenían pendientes, que iban desde las antiparras para evitar lastimaduras muy serias en la vista cuando se afilaban las herramientas en las piedras de esmerilar hasta los borceguíes. Y delantales de cuero, para proteger el cuerpo. Las cosas elementales para poder trabajar con seguridad. Cosa que ocurrió.

Desde entonces fui creciendo, los mismos hombres mayores que nos habían tenido en el ostracismo durante tanto tiempo, nos empujaron. Comprendieron que, como se dice ahora, “equivocando a los jóvenes, los veteranos en la Política, ustedes son el futuro, es una mentira.”

Los jóvenes, con 17, 18, 20 años, son el AHORA, el presente. El futuro va a llegar solo. Ahora los necesitamos, como nos necesitaron, en aquel entonces, ese grupo de sabios hombres veteranos a quienes recuerdo con entrañable cariño, y cuando puedo, yo no sé rezar. No aprendí nunca.

Un día le pregunté a un Sacerdote como hay que hacer. Y con sabiduría me dijo: no, yo te pregunto a vos cómo haces? Le dije: -“Yo pido, creo en el Señor Jesús”, y pido por los seres que yo quiero. Esa es la forma me dijo el Sacerdote, me allanó el camino, el cura sabía de lo que hablaba.

En fin, es una anécdota que plantea para nuestros jóvenes. No se hagan engrupir, díganle a sus compañeros que cuando les dicen que son el futuro; No, son el PRESENTE, el que hacer de este momento. No de acá a 20 años. Ahora. ¡¡Se entiende!!

Gracias a todos.

Lorenzo Pepe.

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