Discurso del General Juan D. Perón del 14 de mayo de 1949 en la toma de posesión del Ferrocarril Central Buenos Aires

Señores ministro y funcionarios de la Nación:
Compañeros:
He llegado con el mismo entusiasmo y la misma decisión con que hemos cumplido los demás actos hasta éste, en que incorporamos al patrimonio de la Nación Argentina la última compañía ferroviaria que quedaba en manos del capital foráneo, último eslabón de esa cadena que ataba los brazos de la Nación Argentina y oprimía los corazones de los criollos que veíamos en la reconquista de nuestro sistema de comunicaciones, un factor indispensable de nuestra independencia económica.
Creo también, señores, que en este acto cumplo la voluntad popular como la he venido cumpliendo desde los primeros días de mi intervención en el gobierno de la Nación y, antes, compartiendo las inquietudes populares. Yo no me creo sino realizador de esa voluntad popular, y la inmensa responsabilidad de estos actos, que asumo como primer mandatario de la Nación, la comparto gustoso con el pueblo que es quien ha decidido la incorporación de los valores argentinos al patrimonio de la nación. Cumplido ese acto, realizada la recuperación de los valores argentinos para los argentinos, la responsabilidad de su consolidación, de su progreso, de la reafirmación de esa recuperación para el patrimonio de la patria, es responsabilidad del pueblo argentino; él deberá continuar haciendo cumplir y
cumpliendo lo que establece nuestra nueva Constitución justicialista, que le devuelve aquello de lo que nunca jamás debió haber sido despojado, ni por la falta de honradez ni por la incuria de los gobernantes de esta tierra.
Yo sé bien del patriotismo, del espíritu de trabajo, de la cohesión y de la energía del gremio ferroviario. Yo sé bien el valor de sus dirigentes y sé bien de su disciplina, de su abnegación y de su sacrificio en las tareas que cumple. Lo sé,
porque el resultado que estamos obteniendo de los ferrocarriles argentinos es muy superior a los resultados obtenidos por los ferrocarriles extranjeros.
Es que el corazón de los criollos montando nuestras máquinas criollas y conduciendo nuestros convoyes criollos, ha de obtener un rendimiento superior para la Nación, porque no solamente va puesto en ellos el músculo de nuestros trabajadores, sino también su cerebro y su corazón de patriotas.
Por eso, en esta oportunidad propicia quiero agradecer a los ferroviarios argentinos cuanto están realizando en pro del mejoramiento de los servicios. Quiero agradecerles la cohesión del gremio, representado por la Unión Ferroviaria, cuya disciplina inquebrantable, he dicho muchas veces, la hace un modelo como agremiación y como organización sindical. Quiero agradecerles, en fin, a todos los ferroviarios que en los cuatro puntos cardinales de la patria enlazan con sus convoyes y sus vías el corazón de los argentinos que la habitan en esas cuatro latitudes.
Quiero también agradecerles el hecho de que el rendimiento haya aumentado extraordinariamente, como extraordinariamente aumentan los beneficios obtenidos en los servicios y en las recaudaciones. Eso que antes podría representar  un esfuerzo perdido, hoy representa un esfuerzo íntegramente ganado para la Nación y para los mismos ferroviarios. Eso que representaría antaño esfuerzos injustificados, hoy está plenamente justificado cuando vemos en nuestras máquinas y en nuestros vagones la bandera de la patria que nos está diciendo que son trenes criollos para los criollos.
Ahora, compañeros, todos los ferrocarriles de esta tierra son argentinos; cada uno de ustedes forma parte de esos ferrocarriles y de esta patria; que cada uno sepa cumplir su deber de argentino y su deber de ferroviario; que cada uno ponga también en esta empresa parte de su corazón; que cada uno ponga parte de su voluntad y de su sacrificio, porque con ello haremos grandes a estas empresas; con estas empresas haremos grande a la patria y cuando esa patria con la que soñamos los argentinos alcance el pináculo de su desarrollo y de su fortaleza, los que nos hayan seguido en la ciclópea obra de engrandecerla tendrán un recuerdo para nosotros, aun cuando estemos sepultados a veinte metros bajo tierra.
Quizá los que hoy han sido perjudicados por esta recuperación, porque ya no podrán cobrar plata extranjera; quizá nuestros adversarios, que poco ven a través del fárrago de intereses que los ciegan, nuestros adversarios políticos, podrán criticarnos y podrán escarnecernos; pero lo que no podrán hacer es torcer el curso de la historia. Y la historia dirá que nosotros, esta generación de argentinos, supimos cumplir con nuestro deber, como no supieron cumplir ellos.
Los hombres que no trabajamos por amor al dinero, los hombres que no esperamos nada del presente, los hombres que tenemos puesta nuestra mirada en la historia de la patria, estamos ya pagados, sabiendo que cualquiera sea la inaudita perfidia de los que no nos entienden o no nos quieren entender, la historia dará su fallo justiciero y los sepultará a ellos cien codos más abajo que a nosotros.

Fuente: Libro «Perón, 1949. Discursos, mensajes, correspondencia y escritos. Partes I», Biblioteca del Congreso de la Nación

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