27 de octubre de 2010- 27 de octubre de 2020 A diez años del fallecimiento de Néstor Carlos Kirchner

Se cumple la primera década de la desaparición física del compañero expresidente Néstor Kirchner.
No parece que ya hubieran pasado diez años de ese día en el que nos sorprendió a todos su inesperada muerte. Nos habíamos enterado de que le habían realizado una angioplastia pero no parecía algo tan importante, tantas personas viven con un stent que no creíamos que su vida estaba en riesgo. Era diputado nacional en ese momento.
A la luz de los años que han pasado, algunos creen que el hito más relevante de su Gobierno como Presidente de la Nación, desde el 25 de mayo del 2003 hasta el 10 de diciembre de 2007, fue el pago de la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional. Otros creen que fue la mejora del nivel de vida de todos nosotros, otros recuerdan su lucha denodada contra la terrible pobreza que asolaba el país por la pesada herencia real dejada por el gobierno anterior, otros dicen que fue el Presidente que más peleó por los Derechos Humanos. Yo creo que fue el
Presidente del llamado.
En el cierre de campaña antes de la elección que lo llevó a la más alta magistratura, a conducir los destinos de la Patria, a la Presidencia de la Nación, fui, como siempre, al acto en Avellaneda. Estaba ahí, flaco, desgarbado, con el saco desabrochado y la corbata volando, gritándonos en la cara lo que quería hacer, lo que iba a hacer y después hizo. Cuando bajaba del escenario me vió y me dijo “¡Qué bien que hiciste en venir, Lorenzo!”. Me sentí conmovido por la deferencia porque él era “el candidato” y yo, aunque diputado, en ese momento era solo un peronista más.
Y cuando digo que fue el Presidente del llamado me refiero a lo que creo que fue lo más importante: su llamado a los jóvenes.
Es imposible olvidar sus primeras palabras al asumir la Presidencia:
“Formo parte de una generación diezmada. Castigada con dolorosas ausencias. Me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, o su inmensa humildad haciéndose cargo de lo que no había sido su responsabilidad: “Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades. No es rencor ni odio lo que nos guía, sino justicia y lucha contra la impunidad”. Sin embargo, la convocatoria a los jóvenes, el llamado a la esperanza de
construir juntos una Argentina de verdad y justicia, la invitación a soñar, a militar, a devolverles la fe en la política, en que el compromiso de cada uno era lo que hacía falta después de haber escuchado, poco tiempo antes, “Que se vayan todos”, ese llamado era imprescindible. Decía: “Hoy ustedes, hermanos de la juventud, militen donde militen, tienen la posibilidad de hacer el cambio en paz y en democracia que nosotros como generación no tuvimos. Por eso, participen; por eso, opinen; por eso, sean transgresores; por eso, ganen las calles; por eso, recorran las universidades, recorran los talleres, los trabajos… Esta juventud tiene que ser el punto de inflexión de la construcción del nuevo tiempo”.
Cuando hace diez años, recibimos la noticia de la muerte de Néstor, se reproducía en la pantalla de televisión la imagen de miles y miles de jóvenes que salían de donde estuvieran a correr, corrían por la calle como bandadas de pájaros, iban todos para la Plaza de Mayo, para la Casa Rosada en donde se decía que serían velados sus restos. Lloraban desesperados, y corrían y corrían. Tenían que crecer de golpe sin la guía de Néstor, se tenían que hacer adultos a la fuerza. Yo sabía lo que sentían: el 1º de julio de 1974 yo había perdido a Perón, yo sabía cómo era ese dolor de chicos que tendría quince años, veinte…
Esos jóvenes que se incorporaron a la política con el empujón de Néstor, hoy están en cargos de Gobierno y mañana irán a poner una flor en las rejas de la Casa Rosada. Llenos de fe, de esperanza y con una fuerte convicción de que fueron llamados por alguien que les dijo: “Vengo a proponerles un sueño”.
¡Descanse en paz, compañero! Nuestro recuerdo en el dolor a su esposa Cristina Fernández, sus hijos y sus nietos.
Y como dice la canción “Néstor no se murió, Néstor no se murió, Néstor vive en el Pueblo, la p… madre que lo p…”.

LORENZO A. PEPE
Diputado de la Naciòn
Secretario General
Ad-Honorem

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