Y decimos “11 años ya” porque parece mucho menos. El tiempo pasa inexorablemente y el recuerdo de Nèstor, como lo llaman los compañeros y las compañeras, crece.
Ya sabemos que bajò los índices de desempleo, los índices de pobreza y de indigencia a la mitad; que durante su gobierno se iniciaron los juicios de lesa humanidad que traían justicia a los familiares de los desaparecidos, los asesinados, los torturados, los hijos robados, los bebès que las abuelas buscaban; sabemos de las relaciones fraternas del Unasur, buscando crear un polo fuerte de reivindicaciones de nuestras identidades latinoamericanas; lo màs obvio es el pago total de la deuda externa que nos condicionaba y nos extorsionaba. El pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional nos devolvía la libertad y la soberanía.
Sin embargo, quizás su obra màs importante fue la de volver a traer a los jóvenes a la política, reivindicar la política y la militancia. Jòvenes desengañados de la corrupción volvieron de su mano y por sus palabras y sus acciones, a militar, a comprometerse, a pelear cada uno desde su lugar por la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
Vimos a esos jóvenes que corrìan detrás de una utopía que se convertía en realidad, salir por las calles: se lanzaron como pàjaros que vuelan a gritar su dolor por la muerte de Nèstor.
Otra vez endeudados, perseguidos por la mentira liberal, otra vez nos volcamos a las calles a decir nuestra verdad.
Nèstor: tu vida no ha sido en vano!